¿CÓMO ES LA IMAGEN QUE TENGO DE MÍ MISMO?
Todos desarrollamos una imagen mental de nosotros mismos. Es decir, nos percibimos y generamos una idea de cómo somos, tanto física como psicológicamente. Este proceso de autopercepción empieza en la infancia, se va configurando en cada uno a lo largo del tiempo y puede ir sufriendo variaciones.
Este concepto acerca de nosotros mismos (o autoconcepto) puede coincidir o no con la idea que los demás tienen de nosotros. Incluso puede aproximarse más o menos a la realidad. En este sentido, cuanto más realista sea nuestro autoconcepto, más adecuada será nuestra interacción con el ambiente que nos rodea, mejor aceptaremos todas las características que nos conforman, mayor será nuestra capacidad de crecimiento personal y más sólida será nuestra autoestima.
Según el estudioso R.B. Burns, el proceso de desarrollo del autoconcepto es de naturaleza cognitiva. Estamos hablando del conjunto de percepciones, ideas u opiniones sobre nosotros mismos que nos permiten hacer el ejercicio de describirnos. Independientemente, como comentábamos en líneas anteriores, de que estas ideas estén más o menos cerca de la realidad.
Los pensamientos, emociones y juicios que podemos desarrollar al conectar con nuestro autoconcepto pueden formar parte de nuestra autoestima. Esta característica valorativa de la autoestima es la que nos lleva a emitir juicios sobre nuestra propia competencia y valía personal.
Como comentábamos en posts anteriores (“Autoestima y cuidado emocional”), la sana autoestima es esencial para la supervivencia psicológica y lo cierto es que está íntimamente relacionada con el autoconcepto.
Cuando contamos con una sana autoestima, nuestra autopercepción evaluativa tiende a ser realista, comprensiva y amable, y suele tener en cuenta todas las características que conforman nuestro autoconcepto. Tanto las que se aproximan más a ser cualidades, talentos o aspectos más positivos, como las que se aproximan más a ser limitaciones o dificultades.
Contar, por un lado, con un autoconcepto lo más realista posible y, por otro, con una sana autoestima desde la que poder acoger y aceptar cada rasgo y característica personal, facilita una buena base sobre la que crecer a nivel personal.
“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”. Carl Rogers