LA IMPORTANCIA DE DORMIR BIEN

Cuando hablamos de higiene del sueño hablamos de cómo podemos ayudarnos a conseguir conciliar mejor el sueño y a que al despertarnos sintamos que hemos descansado. Es decir, no es importante únicamente conciliar el sueño sino también que éste sea de calidad, reparador, que permita restaurar nuestro organismo.

El cómo dormimos influye de manera significativa en nuestra energía, en cómo afrontamos el día, en nuestro bienestar, concentración, estado de ánimo… Es decir, es importante tener en cuenta que no tener un sueño reparador puede ir de la mano de signos como irritabilidad, cansancio, estado de ánimo depresivo, dificultad para gestionar las emociones que sobrevienen durante el día o sensación de pérdida de agilidad mental y concentración, entre otros aspectos.

Por todo lo anterior, resulta importante identificar los hábitos que envuelven nuestro sueño como, por ejemplo, qué hacemos justo antes de irnos a dormir, cómo está nuestro dormitorio, qué hemos cenado, a qué hora nos vamos a acostar y a qué hora nos levantaremos. Además, puede ser de ayuda dedicar unos minutos antes de dormir a hacer algún ejercicio de relajación que facilite el descenso de nuestros niveles de activación.

 

Claves para mejorar la calidad del sueño

Algunos consejos sobre higiene del sueño que suelen resultar útiles a la hora de empezar trabajar a nivel personal para conseguir un sueño más reparador son:

Mantener horarios de sueño regulares, intentando acostarnos y levantarnos más o menos a una hora similar cada día.
 Mantener el dormitorio ordenado, sin ruido y luz desagradable.
Evitar mirar el reloj cuando intentamos dormir.
Evitar siestas de más de media hora.
Reducir el consumo de excitantes como el café e intentar suprimirlos especialmente desde por la tarde.
Cenar moderadamente pero sin quedarnos con sensación de hambre y tratar de no irnos a la cama nada más cenar.
Realizar ejercicio físico moderado de manera regular puede ayudar a reducir los niveles de ansiedad, sobre todo si se trata de ejercicio cardiovascular. Ahora bien, conviene separar el ejercicio del momento de acostarnos para evitar hacerlo sobreactivados.
Evitar llevar a cabo tareas que impliquen gran actividad mental justo antes de dormir como por ejemplo estudiar para un examen.
 Incluir alguna actividad o ejercicio de relajación para favorecer el descenso de los niveles de activación.

Entendemos que para muchos lectores cumplir todos estos consejos puede resultar un tanto utópico. Nuestra pretensión al ofrecerlos no es la de que se cumplan a raja tabla sino la de ofrecer la posibilidad de hacer una pausa al leerlos e identificar si en la rutina diaria se puede incluir algo de lo señalado para conseguir un sueño más reparador. Un primer paso podría ser incluir un pequeño ejercicio de relajación antes de dormir. En este sentido, puede resultarte interesante conocer los beneficios del control de la respiración que encontrarás en el siguiente post.