En estas fechas, muchas personas conectan de manera intensa con sus emociones. Dichas emociones pueden depender de experiencias vividas en navidades anteriores o de las circunstancias concretas del momento, tanto en el área personal como familiar, social y laboral. Además, estos días en ocasiones se viven como un punto de inflexión: termina un año y se da comienzo a uno nuevo. Por ello, hemos querido elaborar este post titulado «por qué me siento mal en navidad?».

Parece evidente que no todos tenemos por qué tener la misma vivencia emocional en relación a estas fiestas. Ahora bien, la sociedad parece señalar que son días en los que solo tienen cabida emociones y acciones calificadas como “positivas” y que hay que evitar las etiquetadas socialmente como “negativas”. Por ejemplo, hay que compartir o dar amor y no hay que enfadarse o ponerse triste.

 

ES NAVIDAD Y ME DOY PERMISO PARA SENTIR

Como comentábamos en líneas anteriores, nuestro estado de ánimo en estas fechas, como en cualquier otro momento, puede verse influido por acontecimientos ocurridos en fechas cercanas, por las circunstancias actuales, por recuerdos o por preocupaciones con respecto al futuro. Y es que en estas fechas también podemos permitirnos sentir nuestras posibles pérdidas o separaciones, podemos tener recuerdos con sabor nostálgico o nos podemos sentir tristes o preocupados por otros asuntos de índole diversa (problemas económicos, laborales, familiares, etc.). Obligarnos a evitar este tipo de sentimientos por el hecho de estar en unas fechas comúnmente aceptadas como festivas es desconectar con nosotros mismos.

Un buen ejemplo es el hecho de que muchas personas en esta época del año sienten cierto estrés o ansiedad. Por un lado las navidades están asociadas, entre otras cosas, a regalar y a recibir regalos y muchas personas sufren con las expectativas que ponen en ellos (“¿y si no le gusta?” “¿lo devolverá?” “¿pensará que no es suficiente?”). Por otro lado, muchos también hacen un repaso del año vivido, de los objetivos alcanzados y de los no conseguidos y se proponen o exigen nuevas metas para el año que va a comenzar. Este análisis de las propias expectativas, tanto en relación a los regalos como a las nuevas metas puede generar, como señalábamos, sentimientos asociados a tensión, estrés o angustia que necesitarían ser gestionados.

Independientemente de la época del año en la que nos encontremos, es importante que nos sintamos libres a la hora de sentir cualquier emoción, dado que todas son igual de válidas y tienen el mismo derecho a ser atendidas y gestionadas por nosotros. Por tanto, resulta igual de importante darnos permiso para sentir la alegría, el amor o el agradecimiento que acompañe a la navidad que emociones menos agradables que puedan surgir como tristeza, enfado o ansiedad.

Todas nuestras emociones necesitan ser escuchadas y atendidas por nosotros y, en navidad también.

 

“No se trata de sacar el sentimiento de la mente, ni de esconderlo en ella, sino de experimentarlo con aceptación”.

Carl Rogers

¡Feliz Navidad!