¿Qué es una emoción?

Para comenzar, nos parece interesante detenernos en la etimología de la palabra emoción. Este término proviene del latín e-motio (“movimiento hacia”). Parece que en toda emoción hay una tendencia implícita a actuar con algún propósito, a moverse en alguna dirección.

La Real Academia de la Lengua Española (RAE), por su parte, define emoción de la siguiente manera: “Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”.

Actualmente, contamos con numerosos estudios que conforman una amplia bibliografía acerca de las emociones, enfocándose tanto en su naturaleza más subjetiva como en su traducción fisiológica. En este sentido, la psicología de la emoción es una de las áreas de la psicología que cuenta con mayor número de modelos teóricos.

Ahora bien, intentar definir el concepto de emoción no resulta sencillo, el contenido de los modelos teóricos de este área de la psicología puede resultar poco preciso. Ya lo decían los psicofisiólogos estadounidenses Marion A. Wenger, Fred N. Jones y M.H. Jones: “Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla”.

Se trata de un campo difícil de investigar, principalmente por las características del objeto de estudio. Además, los estudios más sistemáticos que se han podido desarrollar son recientes y quizá hasta hace unas décadas eran mucho más escasos que los que abordan otros procesos psicológicos.

A pesar de lo difícil que resulta abordar esta definición, a través de estas palabras pretendemos llevar a cabo una aproximación. Así pues, en relación al concepto de emoción podemos decir que se trata de un estado complejo y multifactorial de nuestro organismo desarrollado ante un acontecimiento externo o interno. Este estado se caracteriza por un conjunto de respuestas psicofisiológicas, cognitivas y conductuales que predisponen a la persona a desarrollar una respuesta organizada, influyendo así de manera significativa en su pensamiento y conducta.

 

Todas las emociones tienen una función adaptativa

La función principal de nuestras emociones se encuentra enfocada en nuestra propia supervivencia, es decir, se trata de una función adaptativa, aunque en ocasiones las emociones puedan dejar de ser funcionales y pasar a resultarnos desadaptativas. En este sentido, resulta importante tener en cuenta que, incluso las emociones más desagradables de ser sentidas, tienen funciones importantes en la adaptación social y el ajuste personal.

Cabe destacar también, antes de concluir este post, que cada persona experimenta sus emociones de manera diferente, dependiendo de sus experiencias anteriores, de su aprendizaje y de la situación concreta que esté viviendo. Algunas de las reacciones fisiológicas y de comportamiento que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.