EL INCURABLE NIÑO SALVAJE

A finales de 1799, un grupo de cazadores encuentran y capturan en unos bosques de la región francesa de Aveyron, próxima a los Pirineos, a un niño de unos once o doce años, completamente desnudo, y que ya antes había sido avistado por los vecinos de la zona comiendo bayas o tubérculos silvestres y viviendo en estado salvaje. Después de pasar un periodo de tiempo recluido en el hospital provincial, la noticia del caso se extendió por toda Francia, donde se hizo famosa la historia, al punto que en 1800 desde París fue requerida la presencia del chico para proceder a su estudio y desvelar así los misterios de la mente humana, pues el caso presentaba la oportunidad, nunca antes conocida, de poder estudiar la mente y el comportamiento de un individuo humano que había crecido sin educación, influencia o aporte humano alguno, ya fuera social o familiar.

Los principales estudiosos del momento, como Philippe Pinel, director del asilo-manicomio de Bicètre, acudieron para examinar al muchacho, llegando a la conclusión, la mayoría de ellos, de que no se trataba, ante las graves deficiencias de comprensión y lenguaje que presentaba el chico (no hablaba ni entendía nada en absoluto), más que de un deficiente mental de nacimiento, y por tanto incurable. Sin embargo, un joven médico recién doctorado, Jean Marc Gaspard Itard, que también participó en los exámenes previos, opinó que no se trataba del caso de un deficiente mental, sino de un chico de inteligencia normal, que debido a su completo aislamiento de un entorno humano no había podido desarrollar las capacidades mentales y de relación propias de su edad como ser humano, entre ellas la comprensión y el uso del lenguaje. Propuso entonces Itard un programa de tratamiento y educación del muchacho con el fin de hacerle recuperar dichas capacidades, ante lo cual, la comisión encargada del examen del caso, le entregó la custodia del chico para que llevara a cabo con él dicho programa. A partir de entonces, Víctor, que así se llamó al chico, vivió en la misma casa que Itard, junto a Madame Guérin que se encargaba de sus cuidados físicos.

Itard, durante la ejecución de su programa, realizó dos extensos informes enviados al Ministerio de Interior, en 1801 y en 1806, responsable del caso, donde detalla minuciosamente el proceso que llevó a cabo con el chico. En el primero de ellos describe al muchacho como un niño desagradablemente sucio, sujeto a movimientos espasmódicos, incluso convulsiones, y que mostraba un comportamiento parecido a los animales del zoo, balanceándose sin sentido, mordiendo o arañando a quien se le acercaba, y mostrando nula capacidad de afecto por quienes le cuidaban, así como una capacidad de atención completamente dispersa y cambiante, sin mostrar interés por nada. Un aspecto muy diferente del retrato del «buen salvaje» descrito por Rouseau en el siglo anterior, y que las expectativas del público contribuyeron a crear en la época como rumor.

Una vez superada la fase inicial, en la que Víctor logró cierta adaptación a su nuevo entorno, los avances fueron escasos, a pesar del esfuerzo y el interés que se tomó el doctor Itard por llevar a cabo su programa educativo. La mayor esperanza de Itard porque Víctor aprendiese a hablar y adecuara su comportamiento a las normas sociales se vieron completamente defraudadas, hasta el punto de que en 1806, el propio doctor, concluye en su segundo informe que la recuperación de Víctor es del todo imposible.

El Ministerio del Interior, a raíz del informe, decidió proveer de una pensión a Madame Guérin para el mantenimiento de Victor, y con el tiempo, después de que el doctor Itard abandonara el caso, envió otros doctores y profesores que ayudasen en la educación de Victor, aunque sin lograr ningún resultado o avance concreto. Murió a la edad de 40 años en 1828.

 

La importancia del lenguaje en el desarrollo de la identidad

El caso de Víctor de Aveyron, por su radicalidad, constituye un excelente ejemplo para apreciar, en su ausencia, diversos aspectos evolutivos del leguaje humano, como es el caso del denominado Periodo Preoperatorio descrito por Piaget, durante el cual, en el breve lapso entre los 3 y 4 años, el niño adquiere y comienza a desarrollar los aspecto fundamentales del lenguaje, descrita como una fase o periodo crítico en los que se produce un desarrollo explosivo de las capacidades lingüísticas. Fase en la que si se produce cualquier alteración grave, como fue el caso de Víctor debido a su aislamiento del entorno humano, se verán mermadas o anuladas de forma irreversible las capacidades lingüísticas, metarrepresentativas y simbólicas del individuo, con lo que conlleva de merma en otras actividades mentales o cognitivas correlativas como es la de la propia identidad o construcción efectiva de un «yo», en definitiva de la constitución de la propia «persona».

En 1970 el actor y director de cine francés François Truffaut dirigió y protagonizó en el papel del doctor Itard la película «L’Enfant sauvage» (El pequeño salvaje) donde relata el caso de Víctor de Aveyron, y que es un excelente documento para reflexionar sobre las capacidades lingüísticas, metacognitivas y simbólicas, el concepto de identidad y la construcción social del «yo» durante el desarrollo evolutivo y la educación del niño como «persona».

Este resumen de la película, hallado en youtube, ofrece una somera muestra tanto de los trabajos de Itard como de Truffaut.